Históricamente, nuestro país ha sido una potencia pesquera a nivel mundial, presentando la mayor flota dedicada a esta actividad profesional y, aunque dicha flota se ha ido reduciendo poco a poco como consecuencia del establecimiento de las Zonas Económicas Exclusivas (entre otras medidas), la flota artesanal que faena en las inmediaciones del litoral está compuesta, actualmente, por más de 10.000 embarcaciones. Sin embargo, como cualquier otra, esta actividad genera residuos debido a la pérdida, rotura o desgaste de los diferentes artes, aparejos o utensilios de pesca. Y estos residuos pueden ocasionar daños directos o indirectos a los ecosistemas, hábitats y/o especies a corto, medio o largo plazo. Estos daños pueden ser más severos cuando se producen sobre áreas marinas protegidas (AMPs), ecosistemas emblemáticos (praderas de fanerógamas, coralígeno, etc.), hábitats singulares o especies endémicas y/o amenazadas.